domingo, 4 de julio de 2010

Grandes Decepciones

I can´t get no satisfaction,
´cause i try and i try and I try
I can´t get no, I can´t get no

Esta canción de los Rolling Stones compuesta por Jagger en su adolescencia y que reflejaba su decepción y frustración del mundo en los sesenta, “(I can´t get no) satisfaction”, me fascina y me da vueltas en la cabeza a cada rato de decepción (Quizás también sea porque es mi melodía de teléfono actual), tanto por su pegajoso ritmo, como por su letra. “No consigo satisfacción, no consigo satisfacción”, dice Jagger. Vaya si es esa una expresión habitual en muchos de nosotros. No me gusta sonar gris, pero es lo que hay, no es mi culpa. Claro que quiero satisfacción, lo intento, lo intento…pero no la consigo.

Acabo de concluir la lectura del más reciente libro “Caída Libre” del Nobel de economía Joseph Stiglitz, libro en el que este economista se despacha contra el establishment económico, sobre todo el norteamericano. Tanto Stiglitz en este libro, como otros tantos economistas, incluso varios de los premios Nobel de los últimos años, han demostrado que los mercados no se auto-regulan y esa sencilla frase encierra el derrumbamiento de la arquitectura económica de los últimos años. Esto casi implica paralelamente un retorno a la economía Keynesiana, la misma que fue tan vilipendiada por muchos…Incluyéndome¡¡¡

En muchas clases esgrimí mi firme convicción respecto a las bondades de la economía de mercado y reconocía que las asimetrías y externalidades, en mi modesta opinión, eran ajenas al modelo económico, que esas asimetrías las imponían artificialmente el hombre y la instituciones, pero que si tal comportamiento no se diera, el mercado sólo funcionaría y lo haría de manera perfecta. Atando esta convicción con mis principios liberales, yo mismo me convencía de la necesidad de un estado mínimo y lo reconozco, muchas veces la simbiosis entre liberalismo económico y liberalismo político y social, me llevó a un estado de fundamentalismo de mercado, ese que se traduce luego en ignorancia. Vaya equivocación…vaya miopía.

Algún amigo, colega o estudiante debió decirme, estás equivocado estúpido. Algo así, fuerte, sencillo, que hubiese sido como una cachetada para despertar. Si la economía es para los seres humanos, cómo entender modelos sin los seres humanos y sus egoísmos, sus ambiciones y en general sin sus imperfecciones¡¡¡? Como diría mi hijo, mucha hueva…

Ya hoy me reconozco keynesiano por convicción (Claro que no sólo por el libro de Stiglitz, no soy tan influenciable con un solo libro). Y qué? Pero cuántos economistas, cuántas universidades y cuántas facultades irán a replantear sus modelos? Esperemos que muchos, debemos tener la gallardía de reconocer el error y enmendarlo.

Ahora bien, no es mi intensión escribir un ensayo sobre economía en esta entrada. Simplemente es un ejemplo de mis grandes decepciones. Una de tantas, pero una muy importante desde el punto de vista académico.

Qué voy a hacer ahora si los nuevos postulados no me ayudan y sigo tarareando “I can´t get no, satisfaction”? Seguiré intentando, seguiré intentando.

Si nos tira a la lona a veces algo académico, qué será de las decepciones en lo personal, como cuando quienes fuimos furibistas en jóvenes por el referendo, terminamos viendo “verde” la realidad del país. O cuando nos enamoramos n-veces y el amor de la vida que creímos encontrar se desvaneció en lo intrascedental…, o cuándo vimos decepción en instituciones religiosas que nos salvarían y a la postre sólo percibimos engaño… Y ni hablar de las decepciones que hemos causado nosotros mismos.

I cant get no, satisfaction
´cause i try, and i try, and i try…

Esperaré que quizás los caminos espirituales me lleven a alcanzarla, y si no, pues ahí quedan los materiales, y si tampoco, ahí quedan miles y miles de libros que por lo menos nos ayudan a no pensar en los Rolling Stones. Y cambio el rintgtone por uno de Lady Gaga. Listo, sencillo. Quizás estoy de buena racha y llego a ser masa, ese tipo de masa que definió tan claramente Ortega y Gasset. “Ser masa consiste en sentirse como todo el mundo, sin por ello sentir angustia”.

Ah, lo olvidaba, aún existe la posibilidad del paraíso… De pronto me apiado, claro que con ríos de miel y leche como los prometidos, me imagino un verano en el paraíso. Cómo olerá uno después de un chapuzón en esos ríos? Pobre San Pedro, y pa rematar con leones como mascotas…Creo que las moscas sí deben llevar su religiosidad con devoción, son definitivamente las que disfrutarán en el paraíso.

Ahí nos leemos…

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