jueves, 22 de julio de 2010

El último sabio

En la última entrada de este blog hice alusión a un célebre economista, John Maynard Keynes, cuyas ideas han cobrado mucha preponderancia tras la reciente llamada Gran Recesión. Nadie duda del reconocimiento hacia este economista desde la década de los años 30 del siglo XX en plena Gran Depresión. Los aportes a la ciencia económica siguen siendo bastante relevantes.

Además de este personaje de la historia reciente, tenemos otro científico, también inglés; determinante para la ciencia moderna (para muchos el más famoso de la historia) y cuyas contribuciones en el siglo XVIII no sólo para la ciencia física, sino para áreas como las matemáticas, la astronomía y la filosofía, fueron determinantes; Sir Isaac Newton. Todo ser humano que haya visitado una escuela o un colegio, ha oído de su existencia y de sus aportes científicos.

Nadie duda de la contribución a la sociedad y al mundo científico, filosófico, económico y matemático de los personajes nombrados, contribución que ha moldeado las ciencias a las que aplicaban sus conocimientos.

Leyendo recientemente un libro denominado Ideas, de Peter Watson, me encontré con que la historia de alguna manera permitió la unión de estos dos personajes de una manera poco conocida, pero muy llamativa:

John Maynard Keynes adquirió en una subasta documentos guardados en Cambridge y que pertenecieron a Newton y que no se relacionaban para nada con la ciencia, por el contrario, estos documentos nada tenían que ver con la racionalidad como hoy la conocemos. Esos documentos hablaban de alquimia hermética, y no lo hacían de manera tal que Keynes interpretara aquello como un hobby de Newton, no, resultaban tan elaboradas las reflexiones que hicieron que Keynes señalara de Newton que "no fue el primer hombre de la edad de la razón, sino que fue el último de los magos, el último de los babilonios y de los sumerios, la última gran mente que contempló el mundo visible e intelectual con los mismos ojos que lo hicieron quienes empezaron a construir nuestra herencia cultural hace casi diez mil años." (Ideas, Peter Watson critica 2006).

Con cierta nostalgia leí esto. Por qué nostalgia? Porque veo que mentes brillantes se cuestionaron la trascendencia de lo inmaterial y lo hicieron con tal seriedad que hicieron de esas reflexiones, temas vitales para su propia trascendencia. Hoy día, todos lo sabemos, es poca la reflexión que hacemos, es poca la trascendencia en nuestras vidas. Nos asaltan algunos momentos de media angustia al día siguiente de la rumba, o cuando fingimos algún aprecio en una relación, o cuando dilatamos la toma de decisiones que hieren a otras personas, o cuando estamos cansados y solos…, todo ello a lo sumo nos trae un par de minutos de sentimientos grises; quizás sólo ahí nos cuestionemos respecto a Dios, respecto a nosotros mismos, respecto a cosas distintas a lo económico y lo inmediato. Cuestiones respecto al Ser para las masas son locura, son tediosas, son jartas, son aburridoras, … pero no debería ser al contrario? Sería un loco Newton o lo sería Keynes? Esa es la dicotomía, o nos sumergimos y somos masa o hacemos el intento por no serlo.

La reflexión debe ser en todo sentido y la invitación no es a ser filósofos, simplemente no debemos olvidar que la vida se compone de muchas cosas y que debemos abrir los ojos y no cerrar nuestra mente a “otras” posibles realidades. Incluso realidades que posiblemente nos duelan en algún momento. Debemos disfrutar de todo y eso implica TODO.

Está bien disfrutar, suspirar e inspirarnos y reflexionar Con Titanic, y el Doctorado, pero también con Benedetti (ojo, no el senador), Mozart y Beethoven y tantos miles de ejemplos inspiradores. Hay posibilidades de alcanzar los sentimientos y pensamientos más sublimes. Mezclémoslos, lo necesitamos…no caigamos, no nos sumerjamos en grupo… en la involución…


Ahí nos leemos…

domingo, 4 de julio de 2010

Grandes Decepciones

I can´t get no satisfaction,
´cause i try and i try and I try
I can´t get no, I can´t get no

Esta canción de los Rolling Stones compuesta por Jagger en su adolescencia y que reflejaba su decepción y frustración del mundo en los sesenta, “(I can´t get no) satisfaction”, me fascina y me da vueltas en la cabeza a cada rato de decepción (Quizás también sea porque es mi melodía de teléfono actual), tanto por su pegajoso ritmo, como por su letra. “No consigo satisfacción, no consigo satisfacción”, dice Jagger. Vaya si es esa una expresión habitual en muchos de nosotros. No me gusta sonar gris, pero es lo que hay, no es mi culpa. Claro que quiero satisfacción, lo intento, lo intento…pero no la consigo.

Acabo de concluir la lectura del más reciente libro “Caída Libre” del Nobel de economía Joseph Stiglitz, libro en el que este economista se despacha contra el establishment económico, sobre todo el norteamericano. Tanto Stiglitz en este libro, como otros tantos economistas, incluso varios de los premios Nobel de los últimos años, han demostrado que los mercados no se auto-regulan y esa sencilla frase encierra el derrumbamiento de la arquitectura económica de los últimos años. Esto casi implica paralelamente un retorno a la economía Keynesiana, la misma que fue tan vilipendiada por muchos…Incluyéndome¡¡¡

En muchas clases esgrimí mi firme convicción respecto a las bondades de la economía de mercado y reconocía que las asimetrías y externalidades, en mi modesta opinión, eran ajenas al modelo económico, que esas asimetrías las imponían artificialmente el hombre y la instituciones, pero que si tal comportamiento no se diera, el mercado sólo funcionaría y lo haría de manera perfecta. Atando esta convicción con mis principios liberales, yo mismo me convencía de la necesidad de un estado mínimo y lo reconozco, muchas veces la simbiosis entre liberalismo económico y liberalismo político y social, me llevó a un estado de fundamentalismo de mercado, ese que se traduce luego en ignorancia. Vaya equivocación…vaya miopía.

Algún amigo, colega o estudiante debió decirme, estás equivocado estúpido. Algo así, fuerte, sencillo, que hubiese sido como una cachetada para despertar. Si la economía es para los seres humanos, cómo entender modelos sin los seres humanos y sus egoísmos, sus ambiciones y en general sin sus imperfecciones¡¡¡? Como diría mi hijo, mucha hueva…

Ya hoy me reconozco keynesiano por convicción (Claro que no sólo por el libro de Stiglitz, no soy tan influenciable con un solo libro). Y qué? Pero cuántos economistas, cuántas universidades y cuántas facultades irán a replantear sus modelos? Esperemos que muchos, debemos tener la gallardía de reconocer el error y enmendarlo.

Ahora bien, no es mi intensión escribir un ensayo sobre economía en esta entrada. Simplemente es un ejemplo de mis grandes decepciones. Una de tantas, pero una muy importante desde el punto de vista académico.

Qué voy a hacer ahora si los nuevos postulados no me ayudan y sigo tarareando “I can´t get no, satisfaction”? Seguiré intentando, seguiré intentando.

Si nos tira a la lona a veces algo académico, qué será de las decepciones en lo personal, como cuando quienes fuimos furibistas en jóvenes por el referendo, terminamos viendo “verde” la realidad del país. O cuando nos enamoramos n-veces y el amor de la vida que creímos encontrar se desvaneció en lo intrascedental…, o cuándo vimos decepción en instituciones religiosas que nos salvarían y a la postre sólo percibimos engaño… Y ni hablar de las decepciones que hemos causado nosotros mismos.

I cant get no, satisfaction
´cause i try, and i try, and i try…

Esperaré que quizás los caminos espirituales me lleven a alcanzarla, y si no, pues ahí quedan los materiales, y si tampoco, ahí quedan miles y miles de libros que por lo menos nos ayudan a no pensar en los Rolling Stones. Y cambio el rintgtone por uno de Lady Gaga. Listo, sencillo. Quizás estoy de buena racha y llego a ser masa, ese tipo de masa que definió tan claramente Ortega y Gasset. “Ser masa consiste en sentirse como todo el mundo, sin por ello sentir angustia”.

Ah, lo olvidaba, aún existe la posibilidad del paraíso… De pronto me apiado, claro que con ríos de miel y leche como los prometidos, me imagino un verano en el paraíso. Cómo olerá uno después de un chapuzón en esos ríos? Pobre San Pedro, y pa rematar con leones como mascotas…Creo que las moscas sí deben llevar su religiosidad con devoción, son definitivamente las que disfrutarán en el paraíso.

Ahí nos leemos…